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Miguel Barca Mir
10/08/2001


Volví a la isla hará 20 años en pos de un panorama alentador para un joven Arquitecto pues se estaba gestando lo que prometía ser  una regeneración urbanística.


            Algunos, los menos, llamábamos al turismo Industria en lugar de Fenómeno sabíamos que los primeros y segundos pasos se estaban dando por el peor camino, que el territorio de Menorca era único y limitado y requería, por  tanto, un tratamiento unitario, coordinado y calibrado, en definitiva, que el turismo no era algo a combatir sino a estudiar, entender y organizar.


            Solíamos hablar de equilibrio comarcal y tasa de compensación turística intermunicipal


            Ya entonces los principales amenazados eran el territorio escaso y el paisaje fragilísimo


            Ya entonces el mayor problema añadido se centraba en la ínfima calidad de la construcción y los servicios


            Ya entonces se oía lo del Turismo de Calidad y, ya entonces, rechazábamos el eufemismo cuya sonoridad y ausencia de contenido lo convirtieron en el latiguillo que se incluye en cualquier discurso del Sector.


            EL 82 y siguientes despertaron la esperanza de poner en práctica lo que parecía tan evidente pero, por causas que se me escapan,  volvió a fallar la coordinación y la cooperación y, hasta la fecha, ha seguido imperando lo de maricón el último.


            Durante todos estos años han permanecido, como tópicos isleños, el rechazo de los nativos a ser Balearizados y la idiosincrasia menorquina, cuya sola mención pondría orden sobre la horda de Gent del Nord.


            En definitiva, salvo que recientemente ha sido encargado un Plan Insular,-lo que sin duda debe considerarse una excelente noticia-, en la labor de reflexión pública sobre la Industria que manejamos,- quizás sea mas preciso decir que nos maneja-, y en pedagogía sobre la mejor forma de orientarla, hemos avanzado bien  poco y al mantenimiento de los tópicos tradicionales se añade ahora la utopía  del no pasarán.


            No pretendo insinuar que conozco la solución al impás, más bien pretendo estimular a los que conociendo soluciones parciales callan por no ser preguntados y, desde mi perspectiva, identificar algunos caminos que por ser circulares no conducen a ninguna parte y entre ellos, el principal, es afrontar un problema con la solución preconcebida.


            Conviene por  tanto desmontar los mitos, viciados de origen, y enfrentar la realidad sin bálsamos políticamente correctos, para poder reformular las variables que inciden en el impacto de la actividad turística, como único camino para avanzar con racionalidad y en sentido positivo.


            Con este propósito y a fuer de parecer pretencioso, comenzaré con gusto por lo del Turismo de calidad para continuar, en un foro naturalmente abierto, con otros mitos como el de Balearización, Turismo cultural, Calidad de vida, Desestacionalización, Desarrollo sostenible, Urbanismo extensivo, Arquitectura Menorquina etc.. Sobre los cuales, no obstante, no resistiré avanzar algún flash,


           


Llegados a este punto es justo que para enfrentar al mito se me reclame una tesis en cuyo preámbulo recuerdo que la masificación o aglomeración no es en si misma alienante sino un mero problema logístico, para continuar afirmando que el Turismo es una industria y cuando adquiere tal categoría, forzosamente implica movimiento de masas y masificación, o dicho de otra forma, el turismo, o es de masas o no es Industria quedando en mera coyuntura.


Y esto es así, -exceptuando destinos exóticos, que no es nuestro caso-, tanto en Gstaad y Baqueira como en Caribe o Egipto, cada uno con su peculiar atractivo, marketing  y público.


Público que constituye la esencia misma de la industria y al que paradójicamente esa misma industria aliena en masas para, a continuación, afearles no ser el mítico Turismo de calidad ,- eufemismo que esconde el rubor de llamar a las cosas/personas por su nombre/condición , que en este caso seria Turistas ricos o, si se quiere, para suavizar, Turistas de alto poder adquisitivo.( que en adelante llamaremos TAPA)-.


¿Podemos ahora establecer la hipótesis de que los menorquines queremos tener una Industria Turística dirigida a estratos de alto poder adquisitivo?


Si es así y hemos interpretado correctamente lo que parece ser un clamor, deberemos analizar la viabilidad de tal propósito.


En esa dirección observamos que la Industria Turística implica contingentes sociales de diverso poder adquisitivo distribuidos en franjas de proporción variable que se corresponden sensiblemente con la distribución de riqueza de los países de origen.


Es por ello que la franja de turistas de alto poder adquisitivo (TAPA) será siempre una porción minoritaria frente al numero total, no siendo posible, salvo en zonas de oferta muy específica,- Ski, Golf, etc. y destinos estrictamente culturales o exóticos (1), alterar significativamente dicha proporción.  


            Por tanto, cuando no se es específico ni exótico y solo tenuemente culturizado, el esfuerzo por ampliar la franja de TAPA no puede centrarse en la propuesta utópica y dudosamente constitucional del numerus clausus,- cuyo efecto inmediato es el de potenciar sin contrapartidas la plusvalía de lo existente-, sino en exigir la máxima calidad de las infraestructuras, servicios e instalaciones puestos a disposición, siendo una obviedad que resulta más sencillo perder cuota que ganarla en función de dicha calidad.


 


 


 


(1)   Para aclarar que la presencia permanente de monarcas, presidentes de gobierno o ricos oficiales, genera un movimiento cortesano de efectos similares a los del exotismo.


 


 


 


Consciente de no estar haciendo otra cosa que escriturar lo que mucha gente sabe y verbaliza y en la confianza de que la letra impresa disuada la ensoñación de otras soluciones del tipo: que vengan menos pero con más dinero, o, en el límite, que nos manden el dinero y que no vengan. Resumiré este primer capítulo proponiendo asumir que:


 


 


 


Si queremos Turismo tendremos masas


Si queremos incrementar los TAPA deberemos analizar lo que les ofrece la competencia.


Deberemos incrementar severamente la calidad de nuestra oferta y aguzar la imaginación para implementar nuestro atractivo cultural.


Deberemos potenciar y diversificar nuestra oferta lúdica


Deberemos organizar nuestro territorio para hacer compatible la presencia de aglomeraciones con el confort ambiental.


Deberemos redactar normas estrictas sobre el paisaje


Deberemos optimizar la calidad y la eficiencia energética de nuestras edificaciones


Deberemos resignarnos a que el aumento de los TAPA incrementa el consumo dinámico del espacio, el de energía y el de todo lo demás,  pues resulta evidente que a mayor poder adquisitivo mayor exigencia de movilidad y disponibilidad  


            Deberemos dirigir nuestra oferta a los países de mayor renta


            O bien, cansados de deberes, podemos dejarlo para mañana.


 


 


 


Corolario  La calidad no esta en el Turista sino en nosotros mismos.


 


 


 


PD:      Tal como he prometido apunto unos flashes sobre los que meditar:


 


 


 


¡Ojalá hubiéramos podido afrontar una Balearización desde el conocimiento y la experiencia en lugar de asistir perplejos a nuestra Subbalearización ¡


            El Turismo cultural es también de masas -, quizás cultas, pero masas   


            La calidad de vida es también un concepto relativo y dinámico por lo que las referencias al pasado desde las circunstancias de hoy son mera nostalgia extemporánea científicamente estéril.


            Cuidado con la Desestacionalización porque la actividad turística es altamente estresante y podria peligrar tanto la necesaria descompresión de las personas como de los ecosistemas.


            De momento, el Desarrollo sostenible no ha pasado de ser una abstracción de obligada referencia para mercaderes de toda índole por lo que, para no contribuir al deterioro del concepto, conviene dejar de nombrarlo en vano y concretar sus contenidos so pena de equivocarse.


            El urbanismo extensivo, Chalets, aun reconociendo que genera simpatia popular, por su dispersión, imposibilita el control ambiental y despilfarra territorio, agua, energia e infraestructuras


            La popularmente llamada Arquitectura Menorquina,- especialmente en lo que se refiere a la costa, es un invento de los últimos 30 años por lo que no puede servirnos como referente vernáculo ni de tradición y solo como ejemplo de tipismo vulgarizador.